jueves, 5 de febrero de 2009

Día 7. ¿Qué es el amor? (1)












La piedad del Padre.
La piedad de la Madre.
El amor del Hijo, hasta el extremo.
Un sufrimiento insondable en la lucha contra el Poderoso Poder del Mal.
Un Vencedor, en quien hemos vencido todos.











miércoles, 4 de febrero de 2009

Dia 6: Nos amó hasta el extremo.

"Habiendo amado a los suyos que estaban en este mundo,
los amó hasta el extremo" (evangelio de Juan, 13,1)

Los amó: nos amó: a vos, a mí, a nosotros, al de cerca y al de lejos.

Hasta el extremo: hasta el fin, hasta el colmo de amor, en la desmesura y el derroche. Un amor que es "hasta el fin" también porque atraviesa los tiempos y permanece, no falla más.

Y después de una entrada tan rotunda y solemne, el autor pasa a narrar. ¿Qué hizo, Jesús, como signo de esa calidad del amor? Agarró una palangana, una toallita, se sacó el manto, y se puso a lavar los pies a sus discípulos. Ahora ya sabemos lo que es amar hasta el extremo: amar sirviéndonos los unos a los otros, en la sencillez y la humildad, el amor que se despoja de toda ansia de poder y deja que el otro sea y ayuda a liberarlo.

Pero no fue un acto de tristeza: este don es la alegría, es un modo de representar la Eucaristía. La Eucaristía es justamente el amor que ya ha vencido. Que tendrá que seguir pasando por el dolor en cada uno de nuestros días, pero que encierra las primicias de la victoria sobre el mal.

Es pesado el mal, es duro, es fuerte y se difunde con tanta facilidad. La Eucaristía indica que ya el partido ha sido ganado. Hay que seguir jugando, y sufrir, pero sabemos, en Jesús, el resultado final. Esto no nos exime de la lucha, y por eso la Eucaristía es también alimento diario: comemos porque somos débiles y porque queremos compartir su empresa, la del amor que libera. Pero es también fiesta, aunque sea la pequeña fiesta cotidiana: como el mate compartido, como la puesta del sol, como la charla de los amigos.
Por eso el mismo Jesús, y esa misma noche, acota:

"Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté en ustedes
y su alegría sea completa" (según dice Juan, 14,11)























martes, 3 de febrero de 2009

Día 5. Conocer el don de Dios y dejarnos conocer



Jesús sale al encuentro de una mujer con una vida complicada: la samaritana. Al borde del aljibe, le pide de beber. Otra vez el pozo, el manantial, el agua. Jesús mira al fondo del corazón de la mujer. Ve su verdad: pero toda su verdad: el pecado y la gracia; y sabe que la gracia es siempre más grande que el pecado. Y cuando ella se atreve a mirar, se encuentra allí con el Rostro, con el Salvador: entonces sí que se reconoce a sí misma al Reconocerlo

De esta agua sí que quiero beber. Jesús la ha reconocido en su dignidad de hermana. La excluída ahora es parte, el vínculo ha sido recreado. Allí empieza su camino de liberación: porque esta agua podrá, desde Jesús, hacerse fuente en su mismo pequeño corazón.

La samaritana, entonces, empieza a extender la fraternidad, a incluir, a buscar a los de su pueblo. Y anunciarles La Esperanza: Dios nos ha dado de beber a su Hijo, nuestro compañero y salvador.
"Si conocieras el don de Dios..."
"Señor, dame de esa agua, y que no tenga ya más sed"
"El que beba del agua que yo le dé,
no volverá a tener sed,
porque esa agua, regalo mío y del Padre,
se convertirá en tu corazón
en manantial de agua que brota para vida eterna;
de agua que podrás dar los sedientos
y que los hará hermanos;
de agua que será ánimo y esperanza
abundantes: esperanza que no defrauda"

lunes, 2 de febrero de 2009

"Y estaba sujeto a ellos" -día 4 de los Ejercicios.



Nazareth es otro misterio, sin el cual nuestra propia vida humana se empequeñece, hiere, se quiebra. Un misterio que ayuda a comprendernos a nosotros mismos. Dice Lucas que el doceañero Jesús se quedó por las suyas en el templo, en Jerusalén, mientras su mamá y su papá lo buscaban angustiados. Y que se sorprendió de esa ansiosa búsqueda, porque "¿no saben que tengo que estar en las cosas -la casa- de mi Padre?".

Una respuesta casi insolente. Pero enseguida después dice Lucas que Jesús volvió con ellos a Nazareth "y les estaba sujeto".

Difícil comprender esto de que Jesús "les estaba sujeto". Y que eso era felicidad, era amor, era libertad y familia. Difícil para nuestra mentalidad actual.

Por un lado sólo queremos alas para volar, nada que nos ate, hacer la mía en cada momento, ningún compromiso, y si tengo que asumirlos son siempre un estorbo, una carga.
Por otro lado buscamos crispada, ansiosamente la seguridad: estamos llenos de llaves, de cinturones de seguridad, de contraseñas y pins de las contraseñas, de guardias, de sigilos.

Pero hay una ecuación que no falla:
VIDA=amor+sujeción+libertad
Estos tres son una Trinidad de inestable equilibrio, secreto de toda felicidad. Es que no podemos amar sin vincularnos. Aunque tendemos a rechazar los vínculos, o a echarles la culpa de toda herida, o a romperlos con una facilidad pasmosa.
Pero el amor y la libertad piden sujeción de unos con otros; ¿quién más sujeta que una mamá? ¿o un papá que cuida de su familia? Cuando esto es expresión de amor, libera y hace felices.
Señor, librános de la tentación de romper nuestros vínculos caprichosamente. Danos la gracia de disfrutar libremente de las sujeciones que vivimos en el amor. La sujeción verifica el amor; la libertad garantiza el amor, el amor se amasa siempre en la sujeción libre y que libera.

No había lugar para ellos


Y Dios necesitaba un espacio para venirse con nosotros, para nacer. Lo encontró en el vientre de una niña-mujer, es cierto; y también en el corazón de un muchacho enamorado, a quien le bastaba amar, para creer, comprender y cuidarlos. Pero por lo demás, no encontraron lugar que alojara el parto de Dios.

No lo encontraron en el lugar "lógico", en la posada. Pero estuvo el pesebre. Aquí en la imagen están todos los que le abrieron espacio, a esta singular familia. Están todos, incluso, creo, el posadero negador, que debe ser el del rincón inferior derecha.
Es una imagen del siglo VII. ¿y la imagen del XXI? Cada uno podemos mirar, imaginar y trazarla. Y sobre todo abrir el corazón para abrir luego espacios a nuestro Dios, que llega, llega siempre. Hay tantos que andan hoy sin lugar para nacer, para vivir, para dignificar su vida. La gente de la calle, los chicos sin familia, los bebitos no nacidos y que están por ser expulsados de su primera casita-útero, hasta nuestro mundo más organizado ha inventado su propia expresión: los "homeless"; o bien "las personas en situación de calle".
Abrirle espacio, abrirle hogar, abrir el corazón, crear espacios humanos: chiquitos o grandes, como podamos.

domingo, 1 de febrero de 2009

EE, día 2: EL DÍA DE LA MISERICORDIA



El Antiguo Testamento lo llamaría, quizás, "día del perdón". Jesús es más firme en esto del perdón que se abaja, que acompaña, que levanta.
Para Jesús, el perdón es un abrazo absoluto e incondicional, un compartir la vida y las posesiones, reconocer la dignidad -nunca perdida del todo- del hijo, recuperar los lazos con las hermanas y los hermanos. El perdón es una gran alegría: celebrar la vida re-juntada, hacer fiesta por la familia más entera, por la re-unión.
"Hija mía,
vos estás siempre conmigo
y todo lo mío es tuyo.
Pero convenía que hagamos fiesta,
porque este hermano tuyo
estaba muerto y ha vuelto a la vida,
estaba perdido y lo hemos encontrado de vuelta"
Porque ¡oh grande, grande misterio! el pecado acerca a Dios, no lo aleja. Dios está especialmente atento a nuestras escapadas, a nuestras broncas, a nuestras transgresiones. Y trata -si lo dejamos- de hacerse el encontradizo. Está atento no para castigar sino para salir a buscarnos. Es Pedro el que dice "alejáte de mí porque soy pecador". Jesús está ahí, mostrándole que el milagro es mucho más su cercanía concreta que la pesca superabundante (como dice Lucas, 5,1-12)

sábado, 31 de enero de 2009

8 días de EEspirituales. PRIMER DÍA


HEMOS SIDO BENDECIDOS
CON TODA CLASE DE BENDICIONES

Estoy empezando 8 días de Ejercicios. Una experiencia fascinante. El que fascina es Dios, pero un vasco, Iñigo de Loyola, hace 500 años nos dejó un método -muy adaptable y muy en uso a lo largo y a lo ancho del planeta- para ponerse a tiro del Señor. Trataré de compartir un poquito de cada día.
Lo primero ha sido esto: un enorme agradecimiento por esta generosidad de Dios sobre mí y sobre nosotros. Le encanta bendecir: decir el bien, preferir el bien, recibirlo, compartirlo, desearlo, disfrutarlo y repartirlo. Y bendecir en forma, "con toda clase de bendiciones", sin contabilizar, sin poner contraseñas ni condiciones. Y que también, busca gente que las reparta, las multiplique.
Lo segundo ha sido sentirme árbol que hunde sus raíces en el manantial, por pura gracia, y que por eso puede aguantar la seca, dar fruto, bancarse el calor. Y me doy cuenta que es así: en cuanto empiezo a sentir miedo, o angustia, o desorientación, si puedo entrar en mi alma ahí descubro que las raíces se me han despistado, se han salido de su lugar, han dejado de beber del manantial y buscan fuentes espúreas.
Bueno, que podamos reconectarnos, vez a vez, con la fuente de la bendición, que es el corazón de Dios, el corazón generoso de Jesús, del que surge el agua fresca, el agua que cura, el agua para todos. Que seamos buenos aguateros, disfrutando y repartiendo bendición.